¡¡Un Mundo Mejor ES Inevitable!!

Madres sin Nombre. Silvia Pailhé


Un antiguo dolor

Tantas veces cautivada por la obra, finalmente encontró el lienzo original arrumbado en el altillo del Museo de la Humanidad.

Era el retrato de su dolor, pintado varios siglos atrás.

La expresión de los ojos se había logrado con una mezcla de cristal pulverizado y finas láminas de espejo en mosaico incrustadas en el óleo.

Dolor y esperanza silenciados; indefinidamente multiplicados hasta la eternidad.

Como ella, que emitía el reflejo del vidrio molido cada vez que parpadeaba. Un hijo. Como ella, la mujer había perdido un hijo.

SILVIA PAILHÉ- Del libro “Madres sin Nombre”


"Madres sin Nombre", de Silvia Pailhé

Fragmentos de la presentación


Quiero saludar y agradecer a todos los que están presentes. Agradecer por haber venido a compartir este momento. Y a Marta Imaz, que hoy me está acompañando. Yo, a Marta, la conocí en la presentación del libro en Dorrego hace dos años y quedamos en contacto. El año pasado vinimos con mi hija a acompañarla en la presentación de su libro en la biblioteca y hoy ella me está devolviendo la visita. También a Patricia, la bibliotecaria, a Analía que ha trabajado un montón con el blog y a toda la gente de la biblioteca por haber preparado todo el lugar y brindar el espacio para poder producir este encuentro.

El texto que leí recién se llama “Un antiguo dolor” y lo elijo siempre para comenzar porque abre el libro Madres sin Nombre. Lo elijo porque de eso se trata, de un modo de ser madre tan antiguo como la humanidad al que la propia humanidad no se decide a nombrar.

Este librito está dedicado a cada una de las madres a las que, como a mí, nos ha tocado la pérdida de un hijo. Por supuesto que no desde el lugar de dar recetas, porque es claro que cada una debe recorrer sus propios y singulares caminos, sino desde el lugar común que todas compartimos de plantear la vida en adelante.

Está dedicado a mi hija Florencia Belén, sol de cielo y tierra, que partió en el año 2000 con sólo siete años y está especialmente dedicado a mis hijos Luciano y Lucía que son los soles de la tierra y mis amarras a la vida.

Este libro fue editado por primera vez en 2014 por Prosa Editorial, y en esa oportunidad cuando iba a publicar el libro le había pedido a un psicoanalista de Tres Arroyos que es Fernando Olesen, que escribiera un texto desde la mirada de la psicología, y cuando leí el texto me gustó como prologo. Así que es el prologo del libro que Marta nos va a leer.




Prólogo
Florece un nombre


El nombre es un derecho, es parte de nuestra identidad, es lo primero. Tener un nombre permite escribirlo, ubicarlo, enmarcarlo, visualizarlo, leerlo. ¿Cómo intentar inscribir una pérdida sin palabra que la recorte, sin letra que la escriba, sin fonema que la nombre? Nombrar es también producir algo “verdadero”, aunque algo escape a la palabra, aunque no todo puede ser dicho, pero al menos nombrado. Siempre decimos que el sentimiento en estas pérdidas sólo lo conocen quienes lo han vivido. Es decir, que encontramos una identificación que hace de esa tristeza algo totalmente singular, específico, intransferible, único. Si bien no hay palabra instituida desde lo social, parece que florece un nombre allí donde alguien comparte lo más íntimo, y permite que otras lo puedan tomar.

Madre florencia crea un nombre allí donde aparece el vacío, el profundo dolor de una madre que inscribe en el mundo del lenguaje algo que reúne, agrupa, identifica a aquellas mujeres que han perdido un hijo, y que se redefinen a partir de dicha pérdida.

“Madre florencia” es un intento por instalar un significante en la cultura que sitúe a la función materna a partir de la pérdida; es una construcción que desde la muerte se liga a la pulsión de vida, en este caso, creando un nombre, desde Tanatos a Eros, desde la pérdida a la creación, desde un vacío hacia otro…



Fernando Olesen, psicoanalista.




En el proceso de escritura del libro me ayudó en la corrección María del Carmen Martínez, también tresarroyense, y me acompañó durante todo un año en la escritura y, además, en el armado y cuando le llevé el librito terminado, ella me devolvió un poema que pensé que cuando sacara la segunda edición iba a ser el prólogo y se nos pasó, así que, por lo menos, lo vamos a leer ahora.




Este libro es pequeño
como la flor de quien nació.
Es fuerte y delicado
es valiente y es bello.

En su follaje de árbol
Las hojas cantan
sus canciones de amor.
Son poemas
verdades
cuentos que no son cuento.

Toco este libro
como si fuera un árbol.

Huelo este libro
como huelo una flor.

Bebo de sus raíces
sus aguas más profundas.


Lo escucho
y es la vida.

Lo sostengo en los brazos
y late
y va contando
de la noche
y del sol.



María del Carmen Martínez-2014




En esta oportunidad, estoy presentando la segunda edición que no ha sufrido otra modificación que el agregado del texto que voy a compartir con ustedes.

El texto se llama “Lo arrancado”



LO ARRANCADO

Leo a Sábato en su libro “Antes del fin”. Encuentro, solitaria, una frase de Hugo Mujica. Me conmociono de inmediato, porque me veo en esa nada en la que aparecí, sin preámbulos, de repente, después de una llamada telefónica, de una ambulancia, de buitres con heladeras azules, expectantes, que esperaban que ocurriera lo que finalmente ocurrió, de una bolsa de plástico negro, de un último beso al cuerpito vacío, de esa paz que llegó a sostenerme, de la certeza del ser más allá de esta tierra, de que era su momento para partir, pero de que no era el mío.

“Yo me asusté con el primer silencio de tu muerte, que fue como si hubiera amanecido en el fondo del mar”, vuelven, por enésima vez estos renglones de “El otoño del patriarca” y también la imagen de mis otros hijos que me miraban, dulcemente desde la superficie, y el amor a la vida, intacto, inalterado ante los hechos. Estaba ahí, en la nada, presintiendo, olfateando trazas de humores de raíces que, trepadas, tal vez se convirtieran en tronco y en copa de árbol de todos los días. De árbol de plaza con gente, con lluvia, con olor a pasto, con voces, con abrazos, con pájaros y nidos.

Sigo con la lectura. Sábato comienza diciendo: “Desde que Jorge Federico ha muerto, todo se ha derrumbado, y pasado varios días, no logro sobreponerme a la opresión que me ahoga.”

“El dolor rompe el tiempo” es el título del capítulo, al que no había prestado atención. Vuelvo a la frase de Mujica: “En lo hondo no hay raíces, hay lo arrancado”.






Todas las madres que han perdido un hijo, que hemos perdido un hijo, nos hemos encontrado de pronto en ese lugar indefinido de lo arrancado, en ese abismo que por terrible es de nombre prohibido. Un silencio impuesto desde siempre, calla ese lugar del que trato de emerger. Un sitio del que decidí salir para dar las coordenadas y exponerlo, para que cualquiera sepa dónde buscarnos y cómo llamarnos.





III
Invitación a la Lengua


Madres en flor
Es una invitación a la Lengua a
Desoír las demandas tecnicistas
Por un día
Y dejar aflorar su estirpe
De plumas
Y tinteros.

Y fundar desde su esencia más humana
Ese nombre
Esa palabra
Esa expresión
Que refleje
Lo doloroso del dolor más visceral
La esperanza de la espera después del tiempo humano
La dicha del trayecto compartido
La ilusión de las señales
La importancia de la ausencia terrenal
La decisión de proseguir pese a los hechos
La paradoja de encontrar sentidos a la vida

La necesidad de atomizar ese amor de madres que rebasa
La estrategia de ubicarlo en la gente
En paisajes, en aromas, en sonidos…



IV
No hay quien no sepa de una Flor


Porque llevo una flor cristalizada
Me digo: mujer florencia.
Y la enunciación me devuelve un rol eternamente silenciado.

No hay quien no sepa al menos de una flor
Que es lenguaje universal

Soy una madre florencia
Y pronunciarlo legitima mi voz para compartir la ausencia.





Lee, Adriana Racciatti, anfitriona del evento












Silvia Pailhé y Marta Imaz.


Isabel Racciatti, Presidente de la biblioteca, Silvia Pailhé y Walter Lagos, Director de Cultura de la Municipalidad de Coronel Dorrego


Silvia y Marta, con integrantes de la Comisión Directiva 2016


Video y fotogramas ©Pablo Rodríguez // Textos ©Silvia Pailhé


¡¡Gracias, Silvia!!


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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos