¡¡Un Mundo Mejor ES Inevitable!!

Viviana Cristina Vélez. Escritora Argentina de Cuentos Infantiles



Desde pequeña curiosa, creativa e inquieta. Asistí a sala de 4 años y luego aconsejaron a mis papás que me enviaran a 1er grado de oyente con 5 años recién cumplidos ya que superaba las expectativas de una nena de mi edad, así fue. Terminé mi primaria con 11 años y comencé la secundaria con 12 para finalizarla a los 16. Ingresé al profesorado de maestra jardinera y a los 19 me recibí. Trabajando en jardines de la zona oeste Morón, Ituzaingó y Castelar. Luego comencé la tecnicatura en periodismo superior para finalizar trabajando en canal 13 -TN- radios zonales y dictando cursos, talleres de producciones radiales. Luego como profesora en niveles medio, polimodal y adultos en comunicación. Y actualmente me desempeño como docente en doble cargo nivel inicial, sigo escribiendo literatura para niños, adolescentes y adultos. Junto a escritoras colegas e ilustradoras y en un nuevo desafío cursando la tecnicatura en Comunicación Popular de la UNLP.

Me apasiona transmitir en palabras la alegría, el entusiasmo, los valores de belleza y amor que tenemos como regalo precioso y que afectan a todos los que nos rodean: niños, adolescentes, adultos y ancianos.
El arte plasmado en esculturas, ilustraciones, murales. La música en sus diferentes ritmos, la lectura, la amistad, la solidaridad, las sonrisas como las lágrimas, las palabras… la naturaleza y el descubrir la magia de la vida en pequeños y grandes momentos impulsan ¡el logro de nuestros sueños!
No detenerse ¡caminar con brillo! Uno de los secretos de ¡ser feliz!

Abrazo inmenso y Besitos de Mariposas,
Viviana Cristina Vélez


¡Les dejo estos cuentos de mi autoría para compartir con los peques en la biblioteca!



Cuento» EL GRAN CARACOL


En un jardín lleno de flores caminaba lentamente un Gran caracol orgulloso de su tamaño y experiencia en huir rápidamente de problemas. Los insectos del lugar lo saludaban con mucho respeto, reconocían su larga trayectoria en huidas y salvatajes de compañeros de aventuras.

Al saludarlo, siempre acompañaban con un gesto con la mano y el dedo pulgar hacia arriba, a él le gustaba mucho esa forma de saludar; asintiendo con sus antenas y una gran sonrisa respondía.

Se deslizaba por todo tipo de pasto, planta, piedritas o elementos que se le presentara en su camino. No existía nada camino que para él resultase difícil, le agradaban los desafíos.

Una tarde de esas en que el sol pincela el cielo con sus matices anaranjados y las nubes toman color rojizo, el gran caracol subía hacia la copa de un árbol entusiasmado por llegar a una cereza deliciosa que durante una semana avistó saboreándose y soñando con el momento de disfrutar de su exquisitez. Cuando le faltaba poco para llegar, llegó un pájaro carpintero. Con su pico filoso comenzó a golpetear el tronco del árbol y a moverlo muy fuerte; el Gran caracol de a momentos perdía el equilibrio, no lo tenía en sus planes. En un momento tan fuerte eran los golpecitos y continuos, que finalmente provocaron su caída. ¡Crash! ¡pum pum pam! ¡ay! ¡zas! Al suelo y dentro de su caparazón se resguardó, rápidamente se acercaron hormigas que desfilaban por allí, y una de ellas le preguntó: -¡Hola! ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? El Gran caracol despacio y dolorido se hamacó, logró darse vuelta, salir de su casita y responder: -¡hola! Sí, algo de dolor, pero ¡bien! ¡Jajajajaja! ¡Qué magnifica caída! ¡Jajajajajaja! Y las hormigas que allí estaban contagiadas acompañaron su risa de tal forma que todos reían a carcajadas.

Las hormigas felices de conocer un nuevo y tan simpático amigo lo invitaron a comer la especialidad que la hormiga reina había preparado.

Una de ellas le dijo al gran caracol: -Ahora eres nuestro amigo e invitado.
Gran caracol respondió: -¡qué feliz que estoy! ¡Muchas gracias! Invitado ¿adónde?
Y todas las hormigas al unísono respondieron: -a saborear ¡la gran torta de cerezas deliciosa!
La cara de Gran caracol se transformó: sus antenas con ojitos felices brillaban, y su boca con sonrisa inmensa, dijo: -¡Cerezas! Mmmm… ¡si! ¡allá vamos!
Y así todos juntos cantando una canción fueron al hormiguero con el tesoro dulce preferido de Gran Caracol.


© Viviana Cristina Vélez




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Cuento» FRANCIS Y UN NUEVO VUELO


Amanecía en la plaza Mitre, el sol comenzaba a estirar sus rayos suavemente sobre el cielo inmenso con un gran bostezo despertaba al día nuevo.
Así todas las aves desde los distintos lugares donde tuvieron sus sueños nocturnos recibían un nuevo y delicioso amanecer.
En la copa de unos de los álamos de esa plaza vivía Francis, un loro muy coqueto al que le gustaba mucho mirarse en el agua que encontrara, charco, balde, fuente o vidrio; que reflejaran a modo de espejo su propia imagen. Se admiraba con mucha atención y orgullo, pues sostenía en su pensamiento que él era el más lindo y apuesto de todos los loros que existían en ese lugar.
Las loritas elogiaban a Francis por el aspecto de sus alas brillantes verdes y amarillas, su pico muy lustrado que reflejaban pequeños destellos del sol, sus ojitos negros con mirada muy interesante y su forma tan ágil de volar, se llevaba todos los suspiros.
Francis tenía muchos amigos pues también le gustaba conversar sobre diferentes temas: el tráfico, los niños, las frutas, los juguetes, el tiempo, también le agravada escuchar historias de sus mayores, le parecían muy útiles, decía siempre: - seguro que algo nuevo aprenderé. Y era así, pues las experiencias narradas tenían aprendizajes valiosos.
Cuando algún nuevo desafío se presentaba ante Francis hacía memoria y zas! Sabía resolver todo tipo de situaciones. La frase preferida: “todo sucede por alguna razón” la repetía en el momento justo, la había escuchado cuando era muy pequeño, el día que perdió a su papá en una tormenta de verano y su mamá la decía mientras lloraba. Desde ese día se encargó que nada le faltara a su mami y la cuidaba siempre, Francis quería que ella siempre estuviera orgullosa de tenerlo como hijo.
Ocurrió que de pronto en ese amanecer tan cálido comenzaron a invadir el cielo, muchas nubes grises y oscuras. El viento que repentinamente sacudía los árboles y plantas del lugar y todas las aves volaban rápidamente a refugiarse de la gran tormenta que llegaba.
Francis ayudó a su mami hasta un hueco del árbol y luego a otros amigos con sus pichones. Volaba sin parar de un lado a otro.
Una sábana que volaba sin rumbo por los aires atrapó a Francis que sin mediar movimiento por esquivarla quedó atrapado, y cayó con un fuerte golpe al piso. Dos amigos vieron lo ocurrido y rápidamente ayudaron a Francis, estaba muy lastimado y dolorido. Tenía golpes en un ojo y en una de sus alas que no podía mover.
Sus amigos lo llevaron hasta un lugar seguro y lo atendieron, trajeron a su mamá y luego de la tormenta fueron hasta su casita en la copa del árbol más alto, el lugar de Francis.
Poco a poco logró recuperarse hasta nuevamente poder salir en busca de un nuevo y mejor vuelo.
Después de tanto tiempo, todas sus ansias y deseos por hacer aquello que le encantaba disfrutar: volar sin medida ni límites, con giros, ascensos y descensos, bien alto hasta casi llegar al cielo.
Y en unos cuantos riiiiiiiiiiii, riiiiiiiiiiiiiiiiii, riiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, expresaba su inmensa alegría por su fantástico nuevo vuelo. Desplegar sus alas al viento y dejarse llevar…



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Cuento» RINI Y VIC UNA HISTORIA SIN FIN


Era verano en la ciudad del sol, una hormiga colorada llamada Rini que al igual que todas las hormigas hacen, caminaba lenta detrás de otra llevando hojas, migas de pan y galletitas hacia su hormiguero. Como siempre un desfile de gotitas oscuras que van en una misma dirección.

Cada día de calor y humedad las hormigas recolectaban y almacenaban comida para el invierno.

Pero también disponían tiempo para distraerse detrás de un picaflor colorido o mariposa traviesa que invitaban a correr y jugar. Los días de lluvia también encontraban motivos para la diversión iban a chapotear en los charquitos y saludar a los caracolitos del lugar, intercambiando historias para reír y aprender nuevas cosas.

Cuando veían que un humano arrojaba al piso resto de caramelo o chicle, corrían compitiendo a ver cuál llegaba más rápido, o quién en el afán por ganar caía en la trampa melosa de un chicle muy masticado. El entusiasmo y el disfrute de esos pequeños momentos eran inolvidables.

La única que no se involucraba en la diversión era Rini, que con un ¡No puedo! tengo mi responsabilidad, contestaba cada vez que algunas de sus compañeras la invitaba a jugar.

Rini se preocupaba mucho por tener más de lo necesario para pasar el invierno, tenía poca edad y sus padres le recomendaron que siempre sea responsable. En realidad sería su primera experiencia, pero no quería afrontar sorpresas desagradables de quedarse sin alimento.

Rini no se detenía un momento, pero si observaba cómo disfrutaban del juego sus compañeras y hasta sentía ganas de hacer lo mismo, pero no se lo permitía, pues se repetía a sí misma: -soy responsable de mi alimento.

Así los días de aquel verano y otoño pasaron… Y llegaba el invierno. Aquel hormiguero estaba completo y muy abastecido de alimento. Rini se sentía orgullosa y satisfecha al igual que todas las demás. Comía y comía y escuchaba las bellas y divertidas historias de las aventuras vividas en el verano y otoño de sus compañeras del hormiguero, quienes se reían muchísimo sin parar.

Pero Rini no tenía nada que contar, pues no había jugado en ninguna oportunidad, ella pensaba y pensaba, se decía: -¡qué aburrida estoy! Tengo más de lo necesario, y me siento vacía…

Una hormiga llamada Vic que la observaba detenidamente reparó en sus ojitos brillantes y su carita cabizbaja mirándose sus patitas; se acercó a Rini lentamente y le dijo: -No estés triste, piensa mejor en todo lo que vas a disfrutar cuando llegue la primavera. Rini levantó su cabeza y la miró a los ojos con asombro. La hormiga Vic continuó: -la primavera es muy linda, llena de colores todo a tu alrededor, llega el amor, una mezcla de aromas invaden tu corazón y cantas, danzas, saltas, corres y ¡sí! Las ganas de jugar son ¡muchas!

Rini muy entusiasmada la escuchaba con ansias y sus ojitos habían cambiado el brillo, su carita también, la angustia, culpa y tristeza desaparecían, la alegría, la pasión por descubrir esos momentos la animaba inmensamente.

Así comenzó una hermosa amistad entre Rini y Vic que desde ese día no dejaron de compartir charlas de diferentes temas, la experiencia que Vic tenía acerca de la vida en busca de la felicidad de disfrute de los pequeños momentos de la vida llenaron los días en la vida de Rini. Y la historia de afectos entre ellas no tuvo fin.


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Cuento» LA ESTRELLA QUE SE REÍA DE SÍ MISMA


Cierto día una estrella que brillaba intensamente en el cielo azul de una ciudad cualquiera, se descubrió en el reflejo del mar…

Cada noche como perfecta rutina, se contemplaba en el mar y orgullosa improvisaba muecas diferentes con su cara... -¡Jajajaja! ...ahora ¡cara de enojada!... ¡qué divertido! ¡jejeje!... ¡carita de asombro!... ¡jijiji! ¡ojitos chinos!... ¡jojojo! ¡cara de osoooo! ¡Jujuju!... ¡cara de susto!... y asì cada noche creaba juegos y muchas risas con su reflejo en el gran mar…

Tanto se divertía y sus risas se dispersaban en el silencio de la noche… que al reir, destellos luminosos salìan de sí y tanto resplandor continuo despertó la curiosidad de las demás estrellitas del lugar. Comenzaron a observarla con muchísima atención.

Decían: -¿qué hace que despliega tanta alegría? ¿Cómo puede reír tanto estando sola?

Todas pensaban y murmuraban: ¿qué será que la divierte tanto, qué le provoca emoción y alegría? Sin embargo, ninguna de las estrellas se atrevía a preguntarle. Sólo la miraban e inevitablemente se contagiaban de sus risas, comenzaron a imitarla y disfrutaban la alegría… sonaban risas como ecos sin fin…

Fue así como cada noche en aquella ciudad cualquiera, con el mar de testigo; los peces también afectados por tantas risas y alegría desbordante, comenzaron a saltar para curiosear que sucedía allá arriba en el cielo. Preguntaban: -¿de dónde vienen tantas risas? ¿Qué está pasando? ¿Esta música es tarantella? Escuchen… Y sí, efectivamente las risas eran tan armoniosas que sonaba a tarantella.

-¡Jajajaja! -¡jejejeje! -¡jijijiji! -¡jojojojo! -¡jujujujuuuuu! Y así, causaba mucha emoción… ¡alegría y ganas de danzar! Los peces, las estrellas de mar, los pulpos, las caracolas, y todos los seres que tenían vida, eran invadidos por esta melodía mágica de felicidad; saltaban y se balanceaban al ritmo musical… el impulso era tan fuerte que no tenía límites hasta el amanecer. Las noches habían cambiado en esa ciudad cualquiera, ya no eran las mismas.

La tarantella celestial de una estrella única y ocurrente transforma a cualquiera que visita esa ciudad. Tan sólo basta escuchar que el cuerpo solito comienza ¡a danzar!


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¡¡Gracias, Viviana!!



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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos