¡¡Un Mundo Mejor ES Inevitable!!

Recuerdos de Marta Elsa Alvado y su paso por la Escuela Nº 4 de El Perdido.


En un lugar muy lejano, pero muy cerca de mi corazón, hay un pueblo: EL PERDIDO, que atesora recuerdos que aún hoy perduran intactos convirtiéndose en la nostalgia que va surgiendo en esta época de mi adultez.

Deseando ser mago, para volver al punto de partida y sentir el cuidado de mis padres, la alegría de los juegos con mis amigas y volver a mi querida ESCUELA…, cierro mis ojos y me veo caminando hacia ella con mi pequeño portafolio y mi guardapolvo blanco tableado, que mi madre con tanto esmero lavaba y planchaba para que fuese impecable.


Al llegar estaba Don De Battista, el portero, siempre amable que limpiaba apurado porque ya era la hora de tocar la campana, mis compañeros y compañeras: Aldo Lopetegui, Opi Archenti, Dorita Pastorino, Estela Muguerza, Norita Centenaro, Rosa Casamayor, Roberto Padilla, Roberto Peciña, Rosita Cianci, Dora Dumrauf, Julio y Juan Carlos Hessy… y las maestras, siempre tan pulcras, Srtas.: Susana Montero, Nora Amestoy, Norma Patorino, Rosita Foschi, Gladys… haciéndonos formar para cantar Aurora mientras izábamos la Enseña Patria.

Fluyen en mi mente un sinfín de recuerdos y sensaciones: los juegos en los recreos, el pancito de la merienda…

Terminé la primaria y dejé mi escuelita, muchas lágrimas derramé ante la partida, pero después de un tiempo, que me pareció larguísimo, volví con mi título de MAESTRA NORMAL NACIONAL, allí me esperaba mi querida escuela. Caritas sonrientes, ojitos curiosos, me dieron su amor, también mis colegas me abrieron su corazón y crecí en mi profesión junto a Tita Gutiérrez, Coca Fernández, Estrella Camino, Gladis Sarabia, Delia Sosa, Eda Vallejos…

Hay una persona muy querida a la que mucho extrañé: LUCRECIA, la “mamá de toda la escuela”, siempre atenta a todas nuestras necesidades.

Algo anecdótico fueron Las Kermeses de la Escuela Nº4. Se había retirado la Directora y designan para ese cargo a la maestra de mayor puntaje: Estrella Camino; ella nos dice, al resto de las docentes, que aceptaba si todas le ayudábamos porque estaba la escuela con muchas falencias, especialmente edilicias, todas nos comprometimos y comenzamos la tarea. Mi papá asume como presidente de cooperadora y trabajamos con dedicación exclusiva, no nos interesaba el horario ni feriados. Preparábamos distintos espectáculos, algunos en la escuela y otros en el club. En una oportunidad, con Edda Vallejos, pedimos el jeep a un amigo, disfrazamos a un grupo de alumnos, entre ellos mi hermano, y salimos por los pueblos a hacer propaganda para atraer a los padres. Tratando que se acerquen más a la escuela, organizábamos reuniones donde se realizaban diferentes actividades, juegos, con un servicio de té que las docentes preparábamos con muy buen resultado.

Pasaron 10 años…

Un día partí con honda tristeza, apretando en mi pecho imágenes de mis niños que entre lágrimas me expresaban su afecto desde un adiós que dolía, porque sabía que ya no volvería. Pero ahora comprendo que jamás pude irme, porque entre tus paredes escuela mía quedó la mitad de mi vida.

¡Un reconocimiento para aquellos que hicieron y vivieron por la Escuela! Solamente nombraré a mi amado padre y en su nombre a tantos otros que han hecho querida su memoria desde la influencia tutelar de donde emana el estímulo, la fe y la esperanza de un mundo mejor.




Fotografía Escuela Nº 4 ©Cristian Corral, tomada del sitio Web Panoramio



¡¡Gracias, Marta!!

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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos